El regreso a clases en México llega con una amenaza invisible pero masiva: los grupos de WhatsApp se han convertido en salas de juicio público y linchamiento virtual contra estudiantes.
Según datos recientes, el 65% de los casos de ciberacoso escolar en América Latina comienzan en estos chats, donde se difunden insultos, rumores, fotos y videos humillantes que pueden viralizarse en cuestión de minutos.
Lejos de ser simples espacios de comunicación entre compañeros, estos grupos funcionan como plataformas permanentes de hostigamiento que no entienden de horarios escolares, llevando la agresión directamente al teléfono de las víctimas, sin descanso ni refugio.
En México, el fenómeno del acoso escolar —en su forma presencial y digital— representa una carga económica y social devastadora. Los costos anuales superan los 7 mil millones de pesos solo en impactos directos a la salud mental de la población escolar de 14 a 25 años.
El 32% de los estudiantes está expuesto al bullying, el 28% ha denunciado haber sido víctima directa y el 11% sufre ciberacoso, cifra que crece al ritmo del despliegue de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería. La realidad es aún más alarmante si se considera que 7 de cada 10 alumnos ha presenciado o vivido acoso escolar y que hasta el 75% de las víctimas desarrolla síntomas clínicos de ansiedad o depresión, algunos con trastorno de estrés postraumático, insomnio, somatizaciones físicas, abandono escolar o aislamiento social.
El ciberacoso es una evolución estructural del bullying tradicional: amplifica su alcance, borra sus límites temporales y dificulta la intervención debido a la viralidad, el anonimato y la velocidad tecnológica. En el caso de WhatsApp, el daño se multiplica porque los grupos pueden incluir decenas o cientos de participantes, y cualquier contenido ofensivo se replica en segundos.
En muchos casos, las agresiones no provienen de extraños, sino de compañeros de clase o conocidos, lo que refuerza el impacto psicológico. Según datos del INEGI, en 2024 un total de 18.9 millones de internautas mexicanos —el 21% de la población conectada mayor de 12 años— fueron víctimas de alguna forma de ciberacoso, y WhatsApp es la plataforma más señalada (39.8%), seguida de Facebook (39.7%).
Las consecuencias son graves: el 8.4% de las víctimas reporta ideas suicidas, y el ciberbullying duplica la probabilidad de intento suicida. Además, 1 de cada 3 adolescentes ha recibido amenazas o insultos en redes sociales, y 7 de cada 10 ha experimentado algún tipo de violencia digital.
Sin embargo, solo el 10% de las escuelas en América Latina cuenta con protocolos digitales actualizados, y en México menos del 0.3% del gasto educativo se destina a prevenir la violencia escolar.
El panorama institucional es preocupante: solo 8 estados tienen legislación específica con enfoque restaurativo, apenas 7 publican estadísticas con regularidad y no existe un Sistema Nacional de Monitoreo confiable. La falta de capacitación docente es otro factor crítico: el 60% de los profesores no sabe cómo actuar ante un caso de acoso, y el 40% de las escuelas públicas no aplica protocolos por falta de preparación.
Óscar David Hernández, Presidente del Consejo de ProtocolAB, advirtió que sin medidas inmediatas, el inicio del ciclo escolar 2025–2026 podría marcar un repunte en casos de acoso digital, especialmente en entornos como WhatsApp, donde la ausencia de moderación y la percepción de impunidad fomentan la agresión.
Ante este panorama, la próxima presentación de la norma internacional BULL-LI:2025/A, prevista para noviembre, representa una oportunidad crucial para establecer estándares claros de prevención, atención y sanción, incluyendo protocolos específicos para entornos digitales.
Esta norma propone un enfoque integral que va desde la detección y la intervención temprana hasta el apoyo psicológico y el seguimiento de los casos, con certificaciones que obliguen a las instituciones a mantener estándares de seguridad escolar.
“Sin regulación, educación digital y protocolos claros, WhatsApp seguirá siendo el arma perfecta para destruir reputaciones de niños y adolescentes”, advirtió.
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