Por Horacio Nájera
La declaración de culpabilidad de Ismael ‘Mayo’ Zambada en una corte de los Estados Unidos no tiene nada de extraordinario. Más bien, era lo más lógico que podía esperarse de un narcotraficante anciano, enfermo y con solamente una carta por jugar.
Que el vetusto capo dijera ante el juez que por 50 años sobornó autoridades policiacas y de gobierno para operar con impunidad tampoco es algo extraordinario; de hecho, es la norma, porque es imposible deslindar el florecimiento del emporio criminal de Zambada de una corrupción enquistada en el gobierno, desde lo municipal hasta lo federal.
En esta ‘diplomacia’ entre el narco y el gobierno, también fue muy conveniente que el capo se declarara culpable y así evitar un juicio que seguramente expondría momentos en los que los estadunidenses aflojaron la rienda con Zambada para ganar influencia o información contra o sobre grupos criminales o personajes de interés para las autoridades.
En la dinámica binacional del narcotráfico entre México y Estados Unidos existen antecedentes históricos suficientes para saber que existe una zona gris en la que dialogan criminales y autoridades para obtener beneficios mutuos.
Este año, se supo que familiares de los hijos de Joaquín Guzmán Loera detenidos en los Estados Unidos cruzaron la frontera y se entregaron al gobierno en los que aparenta ser parte de los acuerdos negociados tras la extracción y entrega del ‘Mayo’ en un aeropuerto de Nuevo México.
También se sabe que los Estados Unidos no tienen amigos, tienen intereses, así que cualquier información obtenida por los fiscales durante los interrogatorios a Zambada será cuidadosamente administrada y utilizada para avanzar la agenda estadounidense en México.
Hasta ahora, la única sorpresa en esta historia es la traición y entrega de Zambada. De allí en adelante, nada debería de sonar extraordinario.
En los tiempos volátiles que se viven con la administración Trump, el gobierno mexicano tiene poco margen de maniobra después del tesoro de información que les debe haber entregado el capo. En particular, los arreglos, alianzas o imposiciones que el ‘Mayo’ hubiera tenido con candidatos del actual régimen como cada vez parece más obvio, por lo menos, en Sinaloa.
¿Cómo, cuando, y contra quien van a utilizar esa información los estadounidenses? Esa sí que será la gran sorpresa.