Artículo de la espexialista Mónica Carranza analiza con gracia y dinamismo cómo los jóvenes mexicanos están dispuestos a cambiar el paradigma de la educación financiera
En México, destaca, la educación financiera se aprende a prueba y error: con los consejos de la abuela, las tandas de la oficina o las historias de quienes se endeudaron y salieron adelante.
Nuestro país es un mosaico de historias. Cada uno se las ingenia para estirar la quincena, sobrevivir a la cuesta de enero o juntar para el gasto. Pero ¿qué tanto sabemos sobre cómo manejar nuestro dinero? ¿Y cómo nos pega eso como país?
Cómo está la educación financiera en México
Antes, hablar de dinero en casa era casi pecado. La pandemia de 2020 reveló la cruda realidad financiera: muchos no sabían cómo cubrir gastos ni manejar deudas.
Negocios cerrados, despidos, tarjetas hasta el tope y recibos acumulados. En ese momento, más de uno dijo: “¡Chin!, ¿y ahora qué hago?” Y fue ahí cuando la educación financiera empezó a verse como un salvavidas.
“Lo bueno es que no nos quedamos cruzados de brazos y esto se nota en los números: según la Encuesta Nacional de Educación Financiera 2024 la población con al menos un producto financiero pasó del 68% en 2015 al 77% en 2024” destaca.
Además, el 71.5% aseguró haber recibido algún consejo sobre cómo manejar su dinero y casi siempre por parte de la familia. Dos de cada tres dicen que les vendría muy bien tomar un curso de educación financiera, para no regarla con su lana.
Porque tener una cuenta no basta. La inclusión financiera real se trata de saber usar lo que tienes, tomar buenas decisiones y no vivir al día.