La NASA dio a conocer nuevos hallazgos que modifican de manera significativa las teorías existentes sobre Titán, la mayor luna de Saturno. A partir de un análisis reciente de datos de la misión Cassini, científicos concluyeron que este satélite podría no contar con un gran océano subterráneo de agua líquida, como se había planteado durante décadas.
De acuerdo con el estudio, publicado esta semana en la revista Nature, el interior de Titán estaría conformado por capas de hielo semiderretido, aguanieve y pequeñas bolsas de agua tibia, en lugar de un océano continuo. Este modelo sugiere un entorno interno viscoso, similar al hielo marino del Ártico, lo que abre nuevas posibilidades para la investigación sobre la habitabilidad del satélite.
Titán es la segunda luna más grande del sistema solar y se distingue por presentar procesos geológicos y atmosféricos activos. En su superficie se han detectado ríos, lagos y lluvias, aunque formados por metano en lugar de agua, lo que ha llevado a los científicos a considerarlo uno de los cuerpos celestes más parecidos a la Tierra primitiva.
Durante años, la hipótesis de un océano subterráneo impulsó teorías sobre la posible existencia de vida microbiana. Sin embargo, la revisión de datos recolectados por Cassini en 2008, mediante análisis Doppler y radiofrecuencia, permitió observar que la deformación de Titán causada por la gravedad de Saturno presenta un desfase de aproximadamente 15 horas. Este comportamiento indica que su interior no es completamente líquido, sino espeso y parcialmente sólido.
Julie Castillo-Rogez, investigadora del Jet Propulsion Laboratory y coautora del estudio, destacó la importancia de reutilizar datos antiguos con nuevas técnicas, al señalar que los archivos de misiones pasadas aún pueden ofrecer descubrimientos relevantes.
Especialistas como Baptiste Journaux, de la Universidad de Washington, señalaron que las pequeñas bolsas de agua tibia, que podrían alcanzar temperaturas cercanas a los 20 grados Celsius, permitirían la concentración de nutrientes en espacios reducidos, lo que favorecería el desarrollo de formas de vida simples.
Estos resultados refuerzan el interés científico en Titán, de cara a la misión Dragonfly de la NASA, cuyo lanzamiento está previsto para 2028. Dicha misión buscará profundizar en la estructura interna del satélite y evaluar su potencial para albergar vida fuera de la Tierra.
