En la compleja danza de la política, ser el segundo no siempre atrae los reflectores, pero puede ser la posición más estratégica. Rumbo a 2027, en Chihuahua, el secretario de Seguridad Pública estatal, Gilberto Loya, encarna esta “ventaja invisible”, posicionándose como una alternativa silenciosa mientras Morena enfrenta una ruptura social y el puntero panista, Marco Bonilla, muestra signos de desgaste.
A simple vista, el segundo lugar no genera titulares grandilocuentes. No produce la euforia de un “arrasó”, ni las selfies de militantes entusiasmados. Sin embargo, en momentos de turbulencia política, es quien mejor percibe el crujido del sistema. Y si sabe leer el viento, puede transformarse en él. Ese es, precisamente, el escenario que se dibuja para Gilberto Loya.
Bonilla: Liderazgo Cuestionado y Cercado
Mientras las encuestas aún colocan a Marco Bonilla como puntero en la carrera interna del PAN por la gubernatura de 2027, el alcalde de Chihuahua capital empieza a mostrar los síntomas de quien ya tocó techo. No es solo una cuestión de números; es el clima político lo que está cambiando.
En el papel, Bonilla lidera con comodidad. Sin embargo, el problema no reside en lo que las encuestas afirman, sino en lo que sus silencios confirman. El supuesto rompimiento con la gobernadora Maru Campos es el ejemplo más claro: ambos lo niegan, ambos sonríen y se abrazan en eventos públicos. Pero en política, cuando la necesidad de repetir que “todo está bien” se vuelve constante, es un indicio de que algo dejó de estarlo hace tiempo. En el PAN, las tensiones no se confiesan, se descuentan. Y cuanto más alto está un puntero, más fuerte se siente el golpe. Bonilla, como político profesional, se ve obligado a dividir su energía entre gobernar, desplazarse, defenderse, negociar y desmentir. Loya no enfrenta esa dispersión.
Loya: El Segundo que Avanza Sin Desgaste
Gilberto Loya no carga con el desgaste inherente al puntero. No está inmerso en guerras frías internas, no tiene que demostrar una unidad forzada ni medir sus palabras para no irritar a la jefa política del estado. Paradójicamente, esta libertad lo hace más creíble y le permite una narrativa más simple: seguridad, resultados, tecnología.
Mientras Bonilla emerge cada vez más como “el político que aspira”, Loya crece como “el técnico al que empiezan a aspirar”. Esta diferencia es invaluable en un estado donde la seguridad no es un tema de campaña, sino una prioridad de supervivencia diaria para la ciudadanía.
El Terremoto Social que Morena No Vio Venir
Pero la verdadera oportunidad para Loya no surge únicamente de las dinámicas internas del PAN, sino del caos emocional y político que atraviesa Morena en Chihuahua, reflejando una profunda ruptura social.
La escena de Cruz Pérez Cuéllar abucheado por empresarios al mencionar a la presidenta Sheinbaum fue un mensaje más contundente que cualquier encuesta: la élite económica chihuahuense dejó de fingir aplausos. A esto se suma la tormenta alrededor de Andrea Chávez, señalada desde el PAN por presuntos vínculos con financiamiento ilícito y crimen organizado. Aunque no hay sentencia, en la política mexicana, la sola sospecha es suficiente para reconfigurar una carrera.
Y mientras los morenistas se enfrascaban en defensas, llegó el golpe más profundo: las marchas de la Generación Z. Miles de jóvenes hartos, indignados, protestando contra el estado, contra el sistema y, sí, contra el partido en el poder. La respuesta de Morena fue torpe, acusando bots, complots y conspiraciones internacionales. No comprendieron que no marchan los algoritmos; marchan los hijos. Ese vacío generacional abre una herida que Morena no sabe cerrar, y que un perfil como el de Loya sí puede escuchar.
El Tablero Político Actual: La Ventaja del Segundo
Hoy, el tablero se acomoda de la siguiente manera:
- Morena: Todavía fuerte, pero con dos aspirantes visibles debilitados por el contexto social y las acusaciones.
- El PAN: Con un puntero (Bonilla) que dedica gran parte de su energía a administrar tensiones internas en lugar de capitalizarlas.
- Gilberto Loya: Un Secretario de Seguridad que no estorba, no se desgasta, pero no deja de crecer en silencio.
Ser segundo, en este momento, es la posición perfecta: no recibe los golpes del puntero, no es blanco directo de Morena, no es parte del pleito entre Maru Campos y Bonilla. Loya no se explica: actúa. No polariza: ordena. No se devalúa: se valoriza. Está justo en la zona donde nacen las alternativas: ni tan lejos como para ser irrelevante, ni tan cerca como para ser el “villano favorito”.
El que Escucha el Ruido Antes del Derrumbe
La política es de momentos, y el actual dice esto: Bonilla encabeza, pero ya quema capital. Morena domina, pero sangra credibilidad y enfrenta una evidente ruptura social. La Generación Z protesta, pero aún no encuentra quién traduzca su indignación en una propuesta política.
En ese vacío, el que tiene más por ganar es el que menos ha perdido. El segundo. El que no estaba en la jugada y de pronto sí. El que no grita, pero avanza. Ese es Gilberto Loya, el político técnico que, sin hacer ruido, ya escuchó que el sistema empezó a crujir. Y cuando el sistema cruje, los primeros en caer rara vez son los segundos. A veces, son los que iban demasiado adelante para darse cuenta de que el terreno bajo sus pies ha comenzado a ceder.
